Marte, el planeta rojo

Marte es un planeta relativamente pequeño (6.700 kilómetros de diámetro), y más lejano que nosotros del Sol (228 millones de kilómetros); pero, de todas formas, es, en su conjunto, el más parecido a la Tierra de todo el Sistema Solar. Por esta razón, ha sido objeto durante muchos años de una atención especial por parte de los astrónomos, y aun del hombre de la calle; hasta se llegó a pensar que podía ser un mundo habitado por seres inteligentes. 


Marte
Cuando Marte se aproxima a la tierra, hecho que ocurre, por término medio, cada dos años y cincuenta días (en ocasiones llegar  a estar de nosotros a solo 56 millones de kilómetros, lo cual, ocurrirá en julio de 2.018) puede verse a través de un telescopio con bastante detalle. Lo primero que observamos son unos casquetes, de un blanco deslumbrante, que cubren las regiones polares, lo mismo que sucede con la Tierra. El resto de su superficie está cubierto por grandes llanuras amarillentas o anaranjadas, que nos recuerdan los desiertos terrestres, o por manchas oscuras, con aspecto de ser mares. Desde el siglo pasado se les ha dado nombres: Syrtis Maior, MareHydriaceum. Mare Cimmeriun, Mare Chroniun. Todos estos "mares" se encuentran en el Hemisferio Sur, menos el Mar Acidalium, que está en el norte. También en el Hemisferio Norte se alza una montaña, Nix Olimpica, que mide más de 23 kilómetros de altura, siempre cubierta de nieves y brumas. La atmósfera de Marte es transparente y en su seno flotan nubes, a veces muy extensas.
Por si ello fuera poco, desde 1.881 creyeron observarse, cruzando los desiertos amarillentos, unas lineas oscuras, muy finas, rectas y perfectamente trazadas: los famosos canales. Durante el primer tercio del siglo XX, Marte fue el astro más observado del Universo, y hasta se construyeron observatorios dedicados especialmente a su estudio.
Con el tiempo, iría cundiendo la desilusión, sin que ello signifique que Marte haya dejado de ser, en muchos aspectos, un planeta apasionante. Los canales resultaron cuencas vacías y, aun a veces, meras ilusiones ópticas. Los  mares no podían ser masas de agua, sino terrenos oscuros. La atmósfera marciana es muy poco densa; la mitad, por ejemplo, que en la cima del Everest. Aunque en esta atmósfera flotan algunas nubes finas y altas, la mayor parte de las que parecen ocultarnos grandes superficies del planeta son simples tempestades de arena. No hay lluvias y la capa blanca que cubre los casquetes polares está formada fundamentalmente por nieve carbónica. Marte es mucho menos parecido a la Tierra de lo que se creía.