Las constelaciones

Para orientarse en el cielo, el hombre se ha ido fijando en la disposición de las estrellas, al tiempo que ha imaginado que dibujan figuras humanas, de animales o cosas. Así, un grupo de estrellas forma la constelación de Hércules, otro la del Águila, otro la de la Lira, y así sucesivamente. Por lo general, hace falta una dosis muy grande de imaginación para encontrar parecido a las alineaciones de estrellas con estos objetos, pero su nombre es muy útil para guiarnos en el cielo. 

Tampoco podríamos orientarnos en un mapa si no diésemos nombre a los países y no dispusiéramos de  los nombres propios de lugares, para guiarnos en la Tierra.
Osa Mayor y Casiopea . En el centro la estrella Polar.
Mucha gente identifica enseguida la Osa Mayor: son siete estrellas de segunda magnitud, de las cuales cuatro constituyen un trapecio (el cuerpo de la Osa) y la otras tres una brillante cola curvada. Fijémonos en las dos estrellas del trapecio opuestas a la cola: si prolongamos unas cinco veces una línea que va de la menos a la más brillante, encontraremos la estrella Polar. Esta estrella es la única que no tiene movimiento aparente en el cielo, y señala siempre el Norte. Al otro lado de la Polar, y a similar distancia de ella que la Osa Mayor, está la constelación de Casiopea, que dibuja curiosamente una W, o una M si la vemos invertida.

En las noches de diciembre, enero y febrero, la constelación de Orión es la reina del cielo, y puede ser divisada desde todas las latitudes: forma como un gran cuadrilátero, más alargado en sentido Norte-Sur que en el Este-Oeste. En el centro de su figura brillan tres estrellas azuladas, perfectamente gemelas: son las Tres Marías, o los Tres Reyes Magos, aunque es preferible denominarlas, simplemente, el Cinturón de Orión. La estrella que está en el ángulo nordeste del cuadrilátero es de primera magnitud y de color rojo fuego: se llama Betelgeuse, y es una gigante roja. En el ángulo SO brilla otra hermosísima estrella, de un limpio blanco azulado: es Rigel, una gigante azul, casi quince mil veces más brillante que el Sol. Si prolongamos la línea del Cinturón hacia el NO, iremos a dar, sin pérdida posible, con otra estrella de primera magnitud y anaranjada: Aldebarán, que es la Alfa de Tauro.  Y si la prolongamos en sentido inverso, en dirección SE, encontraremos enseguida a Sirio, Alfa del Can Mayor, la estrella más deslumbrante del firmamento.
Constelación de Orión
Así podríamos seguir trazando alineaciones, hasta reconocer el cielo entero. Como vemos, algunas estrellas tienen nombre propio: Sirio, Rigel, Aldebarán, Vega, Betelgeuse,...

A las más brillantes se las denomina con una letra griega: alfa, beta gamma, etc.; las menos brillantes tienen un número que, por lo general, solo conocen los astrónomos. Hay millones de estrellas identificadas.
Acostumbrémonos a explorar el cielo nocturno con la ayuda de mapas celestes: es una experiencia inolvidable que nos permitirá extraordinarias excursiones por aquellas inmensidades y nos ayudará a orientarnos, así como a tomar conciencia de la magnificencias de la gran bóveda estrella. Ninguna persona debería privarse del lujo gratuito  de conocer el firmamento.