Muerte de una estrella

Las estrellas pueden acabar sus vidas de distintas formas, dependiendo principalmente del tamaño con el que empezaron.
Si usamos nuestro Sol como ejemplo, está destinado a convertirse en una enana blanca, una estrella del tamaño de la Tierra, pero con el 60% de la masa del Sol. Pasarán unos 5.000 millones de años antes de que este proceso comience; entonces, la Tierra y los demás planetas internos serán engullidos cuando el Sol se hinche hasta convertirse en una gigante roja.
El Sol se arrojará las capas externas de gas. La enana blanca que quedará, en medio de la nebulosa formada por el gas expulsado, no podrá seguir produciendo energía mediante fusiones nucleares. Solo tendrá su calor residual, que irá perdiendo durante miles de millones de años hasta enfriarse.
Nebulosa anular de Lira

Las muertes más violentas e interesantes de las estrellas se producen cuando tienen varias veces la masa de nuestro Sol. Estas estrellas están predestinadas a acabar sus días en explosiones masivas, conocidas como supernova. Uno de los resultados de la explosión de una supernova es una estrella de neutrones. Cuando se produce una supernova , el interior de la estrella colapsa por su propia gravedad. La materia de la estrella se comprime tanto que, los electrones y protones se fusionan para formar neutrones, con lo que la estrella muerta queda compuesta principalmente de estas partículas.
Algunas estrellas de neutrones son también púlsares. Un púlsar se produce cuando una estrella de neutrones girando a gran velocidad con un gran campo magnético emite ondas de radio en determinadas direcciones. Así, actúa como un faro que gira y hace que el púlsar parezca lanzar destellos si el observador se encuentra en la línea de visión. Se han descubierto varios cientos de púlsares.
El destino de una estrella con más de ocho veces la masa del Sol es convertirse en un agujero negro. Al igual que la formación de una estrella de neutrones,  el núcleo se contrae y forma un objeto denso. Pero en este caso la contracción es tan rápida y potente que la materia se reduce hasta el infinito y se convierte en un objeto conocido como una singularidad: un agujero negro.
La inmensa gravedad del agujero negro atrae todo aquello que se acerca a él. El punto sin retorno se llama horizonte final. Nada es tan rápido como para escapar de un agujero negro, ni siquiera la luz, una vez cruzado el horizonte final.
La Teoría General de la Relatividad de Albert Einstein predijo su existencia  pero pocos científicos pensaron que se encontraría alguno o que existieran en absoluto.Con los años, algunos proceso astronómicos implicaban tal cantidad de energía que el único que podía producirla era algo con un campo gravitatorio inmenso; el único candidato que tenían los científicos era un agujero negro.
hoy en día, su existencia está prácticamente confirmada. Se han encontrado numerosos candidatos por toda la galaxia. El más cercano a la Tierra está en un sistema llamado V 4661, a unos 1.600 años luz.